La primera edad dorada de la arquitectura bizantina tiene
como punto de partida la sedición de Nika “victoria” durante el gobierno
Justiniano, emperador en el siglo VI del que era el Imperio Romano de Oriente.
Cuando el emperador accede al trono encuentra un estado fragmentado
políticamente. Las fuertes divisiones sociales, ideológicas, religiosas, partidistas
y dinásticas impulsaron un enfrentamiento con Justiniano (que había empezado
por reformas como imponer la ortodoxia) que terminaría por concretarse en una
insurrección contra él en el año 532. Durante dichos enfrentamientos los
mejores y más bellos edificios de la ciudad fueron incendiados y saqueados,
incluyendo la basílica de Santa Sofía que ardió también. Tras los
enfrentamientos de los que saldría victorioso, el emperador Justiniano
emprendió toda una política de reformas del estado y reconstrucción de la
ciudad que impulsaría un nuevo orden constructivo y estético arquitectónico
representativo de su era.
Bajo su mandato se erigirán los edificios más grandiosos,
obras arquitectónicas que pondrán de manifiesto la superación de los
conocimientos técnicos y manejo de los materiales heredados del mundo romano y
paleocristiano.
Si bien es cierto que ya en el siglo V existe un leguaje
formal diferenciado del imperio Romano de occidente, es bajo el mandato de
Justiniano cuando se genera un arte netamente Bizantino. La utilización del
ladrillo, la piedra, la columna clásica como elemento sustentante o los arcos
de medio punto son elementos de una arquitectónica anterior, que utilizarán con
una nueva concepción en busca sobre todo, de una nueva espacialidad y dinamismo
de los edificios. Para este nuevo sentido espacial será fundamental la
utilización de las cubiertas abovedadas y especialmente la innovación de
sostener las cúpulas sobre pechinas. Estas
pechinas son triángulos esféricos utilizados para repartir los empujes de las
cúpulas y que permiten una transición formal en planta desde el círculo, al
cuadrado de la nave donde se apoya.
Sin embargo, es quizás en la sección vertical donde puede
apreciarse mejor la sucesión de cúpulas, pechinas y medias cúpulas para
transmitir las cargas, y donde se encuentran los mayores logros espaciales.
Esta sucesión escalonada de cúpulas hace aparecer a la cúpula central como si
estuviera flotando ingrávida, la atención se centra en este espacio a lo que ayuda
la planta centralizada de la basílica. Las descargas son tan efectivas con este
sistema, que podrán abrirse ventanas en la base de la cúpula, permitiendo así
entrar haces de luz que confieren al espacio una especial atmósfera. Tanto añadir
cúpulas a las basílicas como la utilización de pechinas, son soluciones
arquitectónicas anteriores, del paleocristiano y de la arquitectura civil
romana respectivamente, es la reformulación de estas soluciones, las grandes
dimensiones y aberturas logradas las conferirán a la arquitectura bizantina de
Justiniano, representada paradigmáticamente en Santa Sofía de constantinopla,
una singularidad que la aleja de todo lo conocido anteriormente.
BIBLIOGRAFÍA
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Diccionarios
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Imágenes: Wikipedia, Wikiarquitectura