Arquitectura islámica: Orígenes e influencias

Texto de la publicación: J.T.


Mezquita Omeya de Damasco

En apenas un siglo tras la muerte de Mahoma en el año 632, las entonces ya unificadas tribus de la península árabe, levantaron un imperio que se extendía desde la península Ibérica hasta el valle del indo. Sin embargo, a pesar de esta demostración de fuerza, apenas fundaron nuevas ciudades, asentándose sobre todo en las ya existentes, careciendo además de una arquitectura que les definiera de forma homogénea en todo el imperio. No es extraño que esto fuese así, ya que su expansión fue de tipo militar y su origen estuvo en pueblos nómadas sin tradición arquitectónica, que solo disponían de una arquitectura efímera y móvil que, salvo en ciertos aspectos en la organización espacial (como las tiendas de los ruwalas beduinos divididas interiormente en dos espacios cuadrangulares) dejaría escasa huella en la arquitectura posterior.

De este modo sus manifestaciones arquitectónicas y artísticas, se derivarán de la fusión de los elementos que a su paso van adoptando de las distintas culturas, en los primeros años especialmente, ya que el necesario reclutamiento de trabajadores extranjeros para llevar a cabo las obras dio lugar a un arte en apariencia de estilo uniforme aunque ecléctico.

Mezquita Omeya, Damasco

El gusto arquitectónico se vería también conformado por los edificios que veían en los territorios arrebatados a los bizantinos y persas sasánidas. Encontrando aquí su razón de ser, el dualismo entre las arquitecturas de dos mundos tan diversos que se manifiestan en el arte islámico, hasta que las tradiciones orientales triunfaran a partir del siglo IX. Aunque hay que decir que, si bien Mahoma unificó a las tribus arábigas en un solo pueblo, estas siguieron teniendo un fuerte concepto de clan, que les llevaría a adoptar distintos recursos estilísticos como afirmación de su propia personalidad y elemento diferenciador. Una rivalidad llevada en extremo por ejemplo entre Omeyas y Abassíes.

Mezquita Omeya, Damasco. Mezquita Omeya de Alepo

Tras las primeras influencias evidentes, la arquitectura islámica se desarrolló en su propio contexto, sobre todo en el religioso. Generará pocos edificios civiles e incluso no demasiados palacios y será sobre todo, además de las edificaciones militares, esta arquitectura religiosa la que se construya en mayor número y con mayor dedicación, a excepción de la vivienda popular. No en vano la mezquita de planta árabe es la primera y más genuina arquitectura del mundo islámico, cuya planificación esquemática se basa en la planta de la casa del profeta, con un espacio cerrado y otro abierto recercado, a modo de patio con columnas.

Las ambiciones arquitectónicas de la nueva religión eran en principio modestas, sin grandes edificios, incluso reciclando algunas modestas construcciones, como en el caso de las mezquitas de los primeros califas. Aunque en algunos lugares, sobre todo en aquellos a los que se atribuía una importancia simbólica especial, como la cúpula de la roca en Jerusalén, sirvieron como desafío o acicate para realizar edificaciones más singulares y con mayor riqueza.

Mezquita de Kairuan

En el recorrido por otras arquitecturas en la configuración de una propia, recogieron efectivamente estos elementos de la antigüedad tardía, aprovechando los sistemas y caracteres de arquitecturas como la Paleocristiana, Persa, Sasánida o India. Esto se percibe no solo en el uso evidente de columnas y capiteles como material de acarreo, en la aplicación de materiales como el ladrillo y el tapial, o en la técnica para los arcos de medio punto, sino que, para los pueblos árabes surgidos del desierto que jamás disponían sus campamentos alejados de un punto de aprovisionamiento de agua, encontraron un referente fundamental y una aspiración en la arquitectura romana, que pudieron apreciar en el arco del mediterráneo, con sus sistemas de aguas, patios ajardinados, acequias, baños, acueductos, etc. El espíritu de la forma de vida palaciega romana es, aunque soterrada, apreciable, como lo es así mismo también la arquitectura militar y defensiva.

Mezquita Omeya, Damasco

Sin embargo, no tendieron a la magnificencia y grandiosidad de la arquitectura romana. En este sentido, se podría decir que la arquitectura islámica está hecha para el uso y a la medida del hombre, siendo una arquitectura prácticamente volcada hacia el interior, donde la decoración está íntimamente ligada a la arquitectura y su tectónica, con austeras fachadas y con poco interés en la organización urbana y la creación de espacios públicos exteriores como plazas o foros. A lo que hay que añadir que, los preceptos coránicos sobre las imágenes en la Mezquita, la simplicidad litúrgica del islam o las reminiscencias del árabe nómada desprovisto de bienes muebles, hacen ofrecer en general un espacio interior diáfano, despoblado de mobiliario y esculturas, dentro de las mezquitas, viviendas u otras construcciones, encontrándose sin embargo en el Al-Andalus algunas de las más significativas transgresiones a estas constantes.


Mezquita de Córdoba


BIBLIOGRAFÍA

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